Ayer se inauguró el Año
Jubilar de Santa Teresa, con motivo del quinto centenario de su
nacimiento. En una carta el obispo de la Diócesis, Esteban Escudero,
destaca que es una oportunidad para meditar sobre las enseñanzas de
Santa Teresa como doctora de la Iglesia y «una ocasión para renovar
nuestra vida espiritual, según el camino que ella nos propone para
alcanzar la santidad, el encuentro con Dios». Recuerda que los primeros
pasos en esta aventura religiosa son, según Santa Teresa, el deseo de
abandonar el pecado, tanto mortal como venial (conversión), y el
perseverar en la oración en la presencia de Dios; dos pasos, pues, para
iniciar, o reiniciar, en este año jubilar de Santa Teresa, un camino de
perfección para el encuentro con Dios. Con motivo de esta apertura del
Año Jubilar, las religiosas Carmelitas Descalzas de la capital
palentina celebraron una Eucaristía presidida por el obispo, como
también la de la tarde en las Carmelitas de Carrión y en la Catedral.
El 18 de octubre tendrá lugar el Encuentro de Teresas que se celebrará
de manera simultánea en 15 provincias Teresianas -Palencia entre ellas-
más Madrid (en Alcalá de Henares). Hoy, que acaba el plazo de
inscripción en los mismos, es la Jornada que Palencia va a presentar los
actos.
Por otra parte, José Mariscal firma Santa Teresa tus sandalias:
Si tus sandalias hablaran,
Madre Teresa, qué ritmo
de melodías, qué garbo,
qué polvo de mil caminos!
Las sendas se discutían
tus suaves pasos de armiño;
sentirse holladas por ti
era el mejor de los mimos.
Tus pies no duelen, halagan
como los pies de los niños,
rosados como las rosas,
gráciles somo el cariño.
El rozarse con tu carne
descalza, pone en delirio
a las hierbas, a las flores,
hasta los mismo espinos.
A veces te sonreías,
otras dabas un suspiro.
Ay, se rompió mi correa
y sin repuesto, qué lío.
Un nudo. Tira adelante,
no llega la sangre al río.
Al encumbrar la cañada
se vengó; en un desafío
de campeonato consigue
recuperar lo perdido.
Qué alboroto en la floresta!
Las margaritas, los lirios
juntan sus manos de pétalo
para jugar como niños
acordonando su paso,
haciendo malabarismos.
Las aulagas florecían;
en las puntas de sus pinchos.
«Esta Castilla qué buena;
me la como, es pan de trigo».
Señor, dueño de los campos,
Padre de los campesinos
ten en cuenta los sudores
y el dolor de tantos hijos
curtidos a la intemperie.
Las avecillas, los grillos
se conciertan en un coro
de élitros y de trinos.
II
Teresa cae en un éxtasis,
entre tanto desatino.
No ve, no siente, no habla.
Caprichos de Dios, caprichos.
Al cuero de sus sandalias
las alondras sacan brillo;
una sacude sus alas,
otra pica con su pico
las ramas secas, la tierra;
con los ojos fijos
la mira de arriba abajo.
Tanto recorrer caminos...
Cuidado, no despertarla,
que el cansancio la ha dormido.
Cuando abrió los ojos vio
que todo era muy distinto.
Las sandalias más que nuevas,
sus pies rosados, tan limpios
que entre lágrimas y gozos,
miro al cielo azul y digo:
Dad gracias a Dios, sandalias,
caminad mucho, pies míos.
Este Jesús de Teresa
me hace perder el sentido.
III
En un instante se puso
al final de su destino.
Palomas blancas le esperan
dentro del palomarcito,
suspirando por la Madre,
con el corazón en vilo...
Tan, tan; corre la tornera...
La madre ¡Qué regocijo!
Se abrió la puerta reglar
entre deslizar de quicios:
después se cerró, en silencio,
por los siglos de los siglos.
Fuente: Diario Palentino
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