El buen tiempo benefició el desarrollo de la procesión de la Sentencia, la procesión de Piedad y Reconciliación, de
La Entrada de Jesús en Jerusalén, la procesión del Santo Rosario del Dolor y procesión de las Cinco Llagas le aportó más esplendor que el que
este desfile siempre tiene, y que el año pasado alguno de ellos quedó apagado por la
lluvia, que obligó a suspenderlo.
Este domingo amaneció un día cálido, que en las horas
centrales resultó muy caluroso, lo que aportó también un plus a una
procesión llena de color, la primera en la que la participación de
cofrades es masiva, cofrades con la cara descubierta y portadores de
palmas y ramos, elementos que se identifican con la llegada de Jesús a
Jerusalén, aclamada por el pueblo como mesías, el enviado de Dios, y
salvador del mundo, aunque su destino no tardará en cambiar.
La procesión tiene una dimensión celebrativa, hímnica, de
alabanza y exaltación de los valores religiosos y humanos que encarnaba
Jesús. Desde hoy, y hasta el Jueves Santo, se celebrarán las procesiones
de oración, pero la de ayer constituye la representación de la primera
parte del relato evangélico de la pasión, muerte y resurrección de
Cristo, aquella que se refiere al momento en que llega a Jerusalén con
el apoyo popular, que se truncó después con la sentencia a muerte en la
cruz.
En Palencia este momento se representa desde el punto de
vista iconográfico en el paso de La Entrada de Jesús en Jerusalén,
creado en 1956 por Víctor de los Ríos, un sencillo conjunto, solo
decorado con un ramo y formado por las tallas de Cristo subido en una
burra seguido de una figura joven que representa al pueblo que celebra
la llegada de Jesús.
Paso muy popular
Este paso, que pertenece a la cofradía del Santo Sepulcro,
organizadora de la procesión, tiene una gran popularidad entre los
palentinos, ya sean cofrades o no, como lo demuestra el masivo
seguimiento de la procesión, dentro –las cofradías– y fuera –el
público–. Ayer se volvió a evidenciar este multitudinario apoyo.
La jornada arranca en la sede del Santo Sepulcro, en la
calle Lope de Vega, con la bendición de las palmas y de los ramos, que
llevó a cabo el obispo, Esteban Escudero, en un pequeño altar instalado
frente a la capilla en el que se leían las palabras «Hosanna, Hosanna,
Hosanna», con las que el pueblo recibió a Cristo en Jerusalén y que
significa 'Sálvanos'.
Tras este acto, se desarrolló una procesión litúrgica,
presidida por el paso de Víctor de los Ríos, hacia la catedral, donde se
celebró la misa, oficiada también por el obispo, a cuyo término arrancó
la primera gran procesión de ciclo penitencial palentino. Los sonidos
de la Marcha Real marcan la salida de la catedral del paso titular de la
procesión por la puerta del Obispo. En la plaza de la Inmaculada,
numeroso público y todas las cofradías esperaban ese momento para
arrancar el desfile.
Policías voluntarios
Tras la cruz guía y los ciriales, desfilaron centenares de
cofrades, con la hermandad de la Sentencia en primer lugar, seguida de
Jesús Nazareno, Jesús de Medinaceli, Santa Vera Cruz, Jesús Crucificado y
Nuestra Madre Dolorosa, Cristo de la Misericordia, Virgen de la Soledad
y el Santo Sepulcro, con el paso titular, escoltado por agentes
voluntarios de Cuerpo Nacional de Policía, que es hermano honorario de
la cofradía organizadora desde el 14 de marzo de 2010, y sobre todo por
un nutrido grupo de niños que aportan todas las penitenciales
palentinas, un cuadro infantil que se convierte en el protagonista de la
procesión por su alegría, simpatía e inocencia. Por estos niños, los
que desfilaron ayer y los que cada año acompañan a La Borriquilla, esta
es conocida como la procesión de los niños. Su protagonismo no volverá a
la Semana Santa hasta el Domingo de Resurrección, cuando lleven desde
la Plaza Mayor hasta San Pablo el velo negro despojado de la Virgen.
La procesión discurrió con orden y respetando los tiempos,
con solo un ligero retraso de diez minutos en el inicio, que se arrastró
hasta el final. Las bandas de cornetas y tambores de las cofradías y la
Banda Municipal de Música amenizaron el desfile con marchas
procesionales que remarcaron el carácter celebrativo de la procesión,
que terminó con un momento brillante, lleno de color, de ritmo natural y
de mucha plasticidad, como es el batir de la palmas amarillas al paso
de La Borriquilla cuando regresa a la capilla del Santo Sepulcro al son
de la Marcha Real. Este batir de palmas constituye uno de los actos más
queridos por los cofrades, que vibran en la despedida del paso.
Fuente: El Norte de Castilla
Fuente: El Norte de Castilla
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