martes, 15 de abril de 2014

El buen tiempo favorece un inicio esplendoroso del ciclo penitencial

El buen tiempo benefició el desarrollo de la procesión de la Sentencia, la procesión de Piedad y Reconciliación, de La Entrada de Jesús en Jerusalén, la procesión del Santo Rosario del Dolor y procesión de las Cinco Llagas le aportó más esplendor que el que este desfile siempre tiene, y que el año pasado alguno de ellos quedó apagado por la lluvia, que obligó a suspenderlo.
Este domingo amaneció un día cálido, que en las horas centrales resultó muy caluroso, lo que aportó también un plus a una procesión llena de color, la primera en la que la participación de cofrades es masiva, cofrades con la cara descubierta y portadores de palmas y ramos, elementos que se identifican con la llegada de Jesús a Jerusalén, aclamada por el pueblo como mesías, el enviado de Dios, y salvador del mundo, aunque su destino no tardará en cambiar.
La procesión tiene una dimensión celebrativa, hímnica, de alabanza y exaltación de los valores religiosos y humanos que encarnaba Jesús. Desde hoy, y hasta el Jueves Santo, se celebrarán las procesiones de oración, pero la de ayer constituye la representación de la primera parte del relato evangélico de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, aquella que se refiere al momento en que llega a Jerusalén con el apoyo popular, que se truncó después con la sentencia a muerte en la cruz.
En Palencia este momento se representa desde el punto de vista iconográfico en el paso de La Entrada de Jesús en Jerusalén, creado en 1956 por Víctor de los Ríos, un sencillo conjunto, solo decorado con un ramo y formado por las tallas de Cristo subido en una burra seguido de una figura joven que representa al pueblo que celebra la llegada de Jesús.
Paso muy popular
Este paso, que pertenece a la cofradía del Santo Sepulcro, organizadora de la procesión, tiene una gran popularidad entre los palentinos, ya sean cofrades o no, como lo demuestra el masivo seguimiento de la procesión, dentro –las cofradías– y fuera –el público–. Ayer se volvió a evidenciar este multitudinario apoyo.
La jornada arranca en la sede del Santo Sepulcro, en la calle Lope de Vega, con la bendición de las palmas y de los ramos, que llevó a cabo el obispo, Esteban Escudero, en un pequeño altar instalado frente a la capilla en el que se leían las palabras «Hosanna, Hosanna, Hosanna», con las que el pueblo recibió a Cristo en Jerusalén y que significa 'Sálvanos'.
Tras este acto, se desarrolló una procesión litúrgica, presidida por el paso de Víctor de los Ríos, hacia la catedral, donde se celebró la misa, oficiada también por el obispo, a cuyo término arrancó la primera gran procesión de ciclo penitencial palentino. Los sonidos de la Marcha Real marcan la salida de la catedral del paso titular de la procesión por la puerta del Obispo. En la plaza de la Inmaculada, numeroso público y todas las cofradías esperaban ese momento para arrancar el desfile.
Policías voluntarios
Tras la cruz guía y los ciriales, desfilaron centenares de cofrades, con la hermandad de la Sentencia en primer lugar, seguida de Jesús Nazareno, Jesús de Medinaceli, Santa Vera Cruz, Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa, Cristo de la Misericordia, Virgen de la Soledad y el Santo Sepulcro, con el paso titular, escoltado por agentes voluntarios de Cuerpo Nacional de Policía, que es hermano honorario de la cofradía organizadora desde el 14 de marzo de 2010, y sobre todo por un nutrido grupo de niños que aportan todas las penitenciales palentinas, un cuadro infantil que se convierte en el protagonista de la procesión por su alegría, simpatía e inocencia. Por estos niños, los que desfilaron ayer y los que cada año acompañan a La Borriquilla, esta es conocida como la procesión de los niños. Su protagonismo no volverá a la Semana Santa hasta el Domingo de Resurrección, cuando lleven desde la Plaza Mayor hasta San Pablo el velo negro despojado de la Virgen.
La procesión discurrió con orden y respetando los tiempos, con solo un ligero retraso de diez minutos en el inicio, que se arrastró hasta el final. Las bandas de cornetas y tambores de las cofradías y la Banda Municipal de Música amenizaron el desfile con marchas procesionales que remarcaron el carácter celebrativo de la procesión, que terminó con un momento brillante, lleno de color, de ritmo natural y de mucha plasticidad, como es el batir de la palmas amarillas al paso de La Borriquilla cuando regresa a la capilla del Santo Sepulcro al son de la Marcha Real. Este batir de palmas constituye uno de los actos más queridos por los cofrades, que vibran en la despedida del paso. 



Fuente: El Norte de Castilla

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