La Semana Santa es tiempo
de conversión, de realizar un alto en el camino y reflexionar sobre
nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Eso es
lo que ayer pudieron hacer cientos de personas durante la Procesión de
Piedad y Reconciliación, un acto de penitencia y confesión mediante el
que los palentinos se prepararon para comenzar la Semana Santa libres de
pecado y con el perdón de Dios.
El recorrido, organizado por la Hermandad Franciscana de la Virgen de
la Piedad, partió de la sede de la cofradía en la iglesia de San Agustín
para dirigirse al barrio de San Antonio. Se trata del segundo año que
la procesión llega a esta zona de la capital desde que en 2005 se
celebrara por primera vez, ya que nació con la idea de acercarse a todas
las zonas de la ciudad. Todos los barrios han acogido esta procesión,
aunque la intención de los franciscanos es que en los próximos años
llegue a la parroquia de El Salvador, que no albergado este acto.
En la procesión, una vez más reinó el silencio y la austeridad, que
solo fue roto por el sonido de un tambor y de las carracas que marcaban
las paradas en el recorrido. La imagen titular de la cofradía, la Virgen
de la Piedad (Hermanos Martínez, 2004) esperó en la puerta de San
Antonio, mientras cientos de fieles se prepararon para recibir el
sacramento de la Penitencia.
Para ello, una veintena de sacerdotes ayudó en las confesiones, antes
de reanudar de nuevo el camino hacia la iglesia de San Agustín.
Una vez en el templo, la talla de la Virgen que sujeta el cuerpo sin
vida de su Hijo fue despedida con el canto de la Salve popular, un
emotivo acto como culmen de la jornada vivida por todos los presentes.
Para la hermana mayor de La Piedad, Isabel Pérez, esta procesión es el inicio del sentido que tiene la Semana Santa.
Fuente: Diario Palentino
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