Con los ecos de la alegría que se vivió por la mañana, la tarde tomó un
cariz más solemne ante la celebración de la Procesión del Santo Rosario
del Dolor, un recorrido que la Cofradía Penitencial de la Santa
Vera-Cruz recuperó en 1999.
A la seis de la tarde, tras tres toques de tararú y con los sones del
Himno de España interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores de la
Vera Cruz, los cofrades partieron de la plaza de San Pablo acompañando a
las imágenes del Santísimo Cristo de la Vera Cruz (siglo XV) y a
Nuestra Señora del Dolor (siglo XIX), ambas portadas a hombros durante
todo el recorrido.
Representantes de todas las cofradías a excepción de la Hermandad de
La Sentencia- participaron en esta procesión vespertina que contó con la
presencia de cofrades de la Vera Cruz de Osorno y de la Vera Cruz y
Cristo de Balaguer de Baltanás. En la cabecera, una Cruz de Guía en la
que se podía leer: «Toma tu cruz y sígueme».
La procesión, una de las más largas de la Semana Santa palentina -duró
más de cuatro horas-, emprendió su recorrido hacia el cerro del Otero,
aunque realizó varias paradas en el camino. La primera de ellas, aunque
no oficial, fue para bajar de los hombros a los brazos a las dos tallas
que procesionaban, para así salvar el subterráneo de la avenida de
Santander. Desde ahí se dirigieron a la parroquia de María Estela para
rezar los dos primeros misterios del Rosario. La siguiente parada fue
ante la parroquia de San Ignacio y Santa Inés, donde se rezaron los dos
misterios siguientes.
Subida. A partir de ese momento comenzó el tramo más duro, aunque
también uno de los momentos más emblemáticos de esta procesión. La
subida hasta la ermita del Otero desde este punto no estuvo exenta de
ciertas trabas, ya que el trazado en algunos momentos es más complicado.
Pero es por ello que cientos de personas observaron durante todo este
recorrido a los cofrades y a las imágenes que, al alcanzar la ermita (a
las 20 horas rezaron el quinto misterio del Rosario y la Letanía.
Al tiempo, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del
Dolor se miraban mientras eran bailados por los cofrades que les
portaban. Es una de las imágenes más buscadas de la Semana Santa de la
capital, ya que se contempla una curiosa, llamativa y, al mismo tiempo,
emotiva estampa. Si bien es cierto que algunos de quienes acudieron ayer
a lo alto del cerro lamentaron que la excesiva luz, motivada por lo
tardío de esta Semana Santa.
Lo normal es que esta procesión comience su descenso sin la luz del
sol, pero en esta ocasión los cofrades deshicieron gran parte del camino
andado sin que las velas que suelen encender iluminaran nada. Tras
regresar de nuevo a la iglesia de San Pablo, se celebró, más allá de
las 22,30 horas, la despedida entre la Madre y el Hijo ante cientos de
personas.
A reseñar como pequeño incidente el que dos personas que seguían la
procesión tuvieron que ser atendidas por los voluntarios de Protección
Civil, debido a sendas caídas en el Paseo de Otero.
Fuente: Diario Palentino
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