lunes, 14 de abril de 2014

«Toma tu cruz y sígueme»


Con los ecos de la alegría que se vivió por la mañana, la tarde tomó un cariz más solemne ante la celebración de la Procesión del Santo Rosario del Dolor, un recorrido que la Cofradía Penitencial de la Santa Vera-Cruz recuperó en 1999. 
A la seis de la tarde, tras tres toques de tararú y con los sones del Himno de España interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores de la Vera Cruz, los cofrades partieron de la plaza de San Pablo acompañando a las imágenes del Santísimo Cristo de la Vera Cruz  (siglo XV) y a Nuestra Señora del Dolor (siglo XIX), ambas portadas a hombros durante todo el recorrido.
Representantes de todas las cofradías a excepción de la Hermandad de La Sentencia- participaron en esta procesión vespertina que contó con la presencia de cofrades de la Vera Cruz de Osorno y de la Vera Cruz y Cristo de Balaguer de Baltanás. En la cabecera, una Cruz de Guía en la que se podía leer: «Toma tu cruz y sígueme».
La procesión, una de las más largas de la Semana Santa palentina -duró más de cuatro horas-, emprendió su recorrido hacia el cerro del Otero, aunque realizó varias paradas en el camino. La primera de ellas, aunque no oficial, fue para bajar de los hombros a los brazos a las dos tallas que procesionaban, para así salvar el subterráneo de la avenida de Santander. Desde ahí se dirigieron a la parroquia de María Estela para rezar los dos primeros misterios del Rosario. La siguiente parada fue ante la parroquia de San Ignacio y Santa Inés, donde se rezaron los dos misterios siguientes.
 
Subida. A partir de ese momento comenzó el tramo más duro, aunque también uno de los momentos más emblemáticos de esta procesión. La subida hasta la ermita del Otero desde este punto no estuvo exenta de ciertas trabas, ya que el trazado en algunos momentos es más complicado.
Pero es por ello que cientos de personas observaron durante todo este recorrido a los cofrades y a las imágenes que, al alcanzar la ermita (a las 20 horas rezaron el quinto misterio del Rosario y la Letanía.
Al tiempo, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del Dolor se miraban mientras eran bailados por los cofrades que les portaban. Es una de las imágenes más buscadas de la Semana Santa de la capital, ya que se contempla una curiosa, llamativa y, al mismo tiempo, emotiva estampa. Si bien es cierto que algunos de quienes acudieron ayer a lo alto del cerro lamentaron que  la excesiva luz, motivada por lo tardío de esta Semana Santa.
Lo normal es que esta procesión comience su descenso sin la luz del sol, pero en esta ocasión los cofrades deshicieron gran parte del camino andado sin que las velas que suelen encender iluminaran nada. Tras regresar de nuevo a la iglesia de San Pablo, se celebró,  más allá de las 22,30 horas, la despedida entre la Madre y el Hijo ante cientos de personas.
A reseñar como pequeño incidente el que dos personas que seguían la procesión tuvieron que ser atendidas por los voluntarios de Protección Civil, debido a sendas caídas en el Paseo de Otero.


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