Las previsiones meteorológicas daban casi por segura la lluvia en la
tarde de ayer. Esta previsión y las primera gotas que cayeron sobre la
capital palentina a eso de las 19 horas bastaron para que el hermano
mayor de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y su cabildo decidiesen
suspender la Procesión del Dolor. Media hora después, eran los
responsables de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad quienes
hacían público que tampoco se iba a celebrar la Procesión de la Soledad
de la Virgen.
Unas decisiones que poco después se demostrarían acertadas porque el
cielo rompió a llover y a tronar sobre la capital palentina, para
tristeza de muchos cofrades. No había más remedio que poner en marcha
una alternativa y así lo hicieron las Cofradías, que organizaron
diversos oficios religiosos en sus capillas.
A las 20 horas, se celebró en la Capilla del Santo Sepulcro un acto
religioso en honor a la Virgen que si bien no acabó con el sentimiento
de pena de los cofrades, sí lo aminoró. Con las puertas abiertas de par
en par, los hermanos alzaron a la Virgen de los Siete Cuchillos y la
mecieron al compás de una marcha interpretada por la Banda de Cornetas y
Tambores del Santo Sepulcro.
Tras las palabras del sacerdote de la Cofradía y el canto de La Salve a
la talla de Vicente Espinet, se dio por concluido este acto religioso,
en el que no faltaron las lágrimas en los rostros de algunas manolas. No
fue la Procesión del Dolor que los cofrades del Santo Sepulcro
esperaban, pero no por ello estuvo carante de belleza, emoción y
sentimiento por parte de todos los hermanos que trabajaron durante todo
el año.
Cabe recordar que existía una especial ilusión en la Cofradía del Santo
Sepulcro, ya que por primera vez desde los años 50, la Virgen iba a
procesionar portada a hombros de los cofrades, ya que se habían adaptado
las andas de la La Quinta Angustia a esta talla.
A las 20,30 horas, comenzaba con una oración a la Virgen otro acto
religioso en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad. «Queremos
acompañar a María, queremos estar junto a ella y que no se sienta sola»,
pronunció el capellán Ignacio Romo que dirigió este oficio religioso.
Con ese sentimiento, se dio lectura al soneto que el poeta palentino
José María Fernández Nieto dedicó a La Soledad. Un larguísimo toque de
tararú abrió paso a La Madrugá, pieza interpretada por la Banda
Municipal de Música de Palencia.
En el centro de la capilla, la Virgen de la Soledad, asentada sobre un
manto de claveles blancos, miraba a los cofrades y asistentes,
custodiada por miembros del Cuerpo de Bomberos de la capital, hermanos
honorarios de la hermandad. Casi al final del acto, Miguel Ángel
Extremo, nuevo jefe de Bomberos de Palencia, recibió la medalla de la
Cofradía.
El capellán dio lectura al pasaje del evangelio que ilustra cómo Cristo
entregó a su Madre para que fuese la Madre de los cristianos, y recordó
que la Virgen María «no perdió nunca la esperanza y permaneció a los
pies de la cruz».
Al menos medio centenar de hermanos de La Soledad, ataviados con su
hábito y con el capirote colocado con el capillo levantado, escuchaban
atentos las palabras de su capellán. Además, se contó con la presencia
de representantes del resto de Cofradías palentinas y de un importante
cuadro de la hermandad vecina, la de Jesús Crucificado.
La interpretación del himno de la Cofradía, Sola con tu Soledad, dio
continuidad al acto, que se completó con otras dos interpretaciones de
la Banda Municipal de Música, una de ellas, el Consummatum Est, que fue
escrita por un palentino ya fallecido, Francisco Pascual. El cántico de
La Salve puso punto y final a este oficio religioso. Mientras, en la
calle, seguía lloviendo.
Fuente: Diario Palentino
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