Así, a las 20 horas partió la Procesión desde la capilla de la cofradía
nazarena y ante la atenta mirada de centenares de personas que se
congregaron en la plaza de San Pablo. Un numeroso cuadro de nazarenos
arropó el paso de La Traición de Judas en su camino hacia la plaza de
San Miguel. En la comitiva destacó la presencia de una pequeña
representación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo
Sepulcro, de Baltanás, distinguidos por su capa y estandarte blancos,
justo por detrás de la Cruz y los ciriales y de la Banda de Cornetas y
Tambores de la Cofradía.
Mientras la delegación de nazarenos recorría el camino hacia el templo
palentino todo quedaba perfectamente organizado a los pies de San
Miguel. A sus puertas, esperando, los cofrades de Nuestro Padre Jesús de
Medinaceli y la Banda Municipal de Música; y en la calle Doctrinos, en
formación, el resto de cuadros de las Cofradías palentinas: Santo
Sepulcro, Sentencia, Piedad y Jesús Crucificado, a un lado; la Hermandad
del Santísimo Cristo de la Misericordia, La Soledad y la Vera Cruz, al
otro.
Cualquier sitio que no estuviese ocupado por un cofrade lo estaba por
uno de los cientos de palentinos que acudieron hasta la iglesia de San
Miguel. Si ya en años anteriores la imagen de la plaza de la Inmaculada
lucía impresionante, la escena que se vivió ayer a las puertas de la
iglesia en la que se venera durante todo el año la imagen del Cristo de
Medinaceli, fue espectacular.
Pasadas las 21 horas, la comitiva de los nazarenos entraba en la plaza
por la calle Mayor Antigua. El paso de La Traición de Judas avanzó hacia
la puerta principal de San Miguel, bajo su torre. El hermano mayor
nazareno, Domiciano Curiel, avanzó hacia la puerta y con su gallardete
golpeó tres veces no la madera sino el dintel de piedra. Los tres toques
de tararú precedieron a la apertura de las puertas del templo detrás de
las cuales apareció el Cristo de Medinaceli, la talla del siglo XVII,
paso titular de la Archicofradía a la que da nombre.
Flanqueado por sus faroles encendidos, el Cristo de Medinaceli salió
del templo y se colocó cara a cara con La Traición de Judas. Mientras,
la Banda Municipal de Música interpretaba el Himno de Medinaceli y los
estandartes de las cofradías se elevaban al cielo en señal de respeto,
lo que acrecentó la solemnidad del momento.
El prendimiento. El Prendimiento es un episodio clave en la Pasión de
Cristo que tiene lugar en la noche del Jueves Santo. Refleja cómo Jesús,
mientras estaba con sus discípulos en el Huerto de los Olivos, es
identificado al recibir de Judas un beso, señal de la traición para la
policía del Sanedrín.
Esto es lo que se representó a las puertas de San Miguel. De un lado,
La Traición de Judas, la talla que muestra a un Jesucristo con los
brazos extendidos y, detrás, a Judas señalado por la traición que acaba
de cometer, queriendo, así lo parece, agarrar al Maestro con el rostro
medio oculto por un paño que simboliza la vergüenza por lo que acaba de
hacer, besar al Hijo de Dios para entregarle a sus captores.
A la derecha, el paso de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, que muestra
a Jesucristo ya con las manos atadas con un cordón, como símbolo de su
apresamiento por parte de los soldados.
Mientras los pasos sostenían la mirada, el párroco de San Miguel,
Eleuterio García, tomó la palabra para hablar del significado de este
momento de la Pasión, y pidió «mirar de cerca al Jesús que iba a salir a
nuestro encuentro» y «revivir la escena del prendimiento sin prisas,
porque se necesita un pequeño espacio de silencio y tiempo».
A continuación, Juan Francisco Rojo, Jesús Salán y Donato Gómez
(vicario parroquial) dramatizaron este pasaje de la traición de Judas.
Como manda la tradición, al grito de «¡Prendedle!» los dos pasos se
acercaron hasta casi tocarse.
Con Jesús ya preso, la comitiva se puso en marcha hacia la calle
General Amor. Primero, La Traición de Judas y, después, el Cristo de
Medinaceli. La procesión pasó por primera vez ante la nueva sede de la
Hermandad de Cofradías Penitenciales de Palencia, ubicada en la plazuela
de Zurradores.
Tres bandas aportaron la música a la Procesión, la del Santo Sepulcro,
la del Cristo de la Misericordia, y la de los Nazarenos, por este orden.
Y junto al Cristo de Medinaceli, la Banda Municipal de Música.
Destacar la buena participación de cofrades, la notable presencia de
penitentes cargando cruces detrás del Cristo de Medinaceli, y la
presencia de manolas. También llamó la atención la participación de una
representación de una cofradía de Zaragoza, con túnica morada oscura y
capillo sin capirote.
Cuando la Procesión llegó a la iglesia de San Agustín, a eso de las
22,30 horas, de nuevo se realizó un saludo al paso de la Virgen de la
Piedad, ubicado en el dintel de la puerta interior y escoltado por nueve
hermanos de la Virgen de la Piedad. De ahí, la comitiva se dirigió a la
capilla de los nazarenos. Allí terminó la Procesión del Prendimiento
propiamente dicha, aunque a continuación se trasladó el Cristo de
Medinaceli a San Miguel en procesión.
gran acogida. El regreso del Prendimiento a la iglesia de San Miguel no
desmereció en absoluto al que se realizaba en la Catedral. Quizá, por
poner un pero, sí hay que destacar que la falta de espacio hizo que no
reinara el silencio absoluto en aquellas zonas en las que no había línea
de visión directa. Una cuestión menor, y solucionable, que no restó un
ápice a la solemnidad del nuevo recorrido, muy concurrido de
espectadores, lo que no deja de ser un plus a la Declaración de Interés
Turístico Internacional.
Fuente: Diario Palentino
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